jueves, 12 de febrero de 2009




En nuestra historia mundial han existido iconos de mujeres combativas y feministas Vera finger quien creo en Zurich un grupo de mujeres que se protegían y aprendían mutuamente.
Adelaida Popp, obrera austriaca una de las primeras en participar en una reunión del partido socialista austriaco, donde reveló su sufrimiento de no ser escuchada la palabra de las obreras,
Emma Goldman militante anarquista estadounidense...
Por consiguiente nos damos cuenta que las rebeliones de las mujeres son hechos, que no han ocurrido solo en la actualidad, lo mejor es que en este ultimas décadas
ha sido la lucha por la liberación de la mujer, la cual se enfrenta a través de manifestaciones colectivas y estrategias que han dado con el paso del tiempo un
cambio social.






Como por ejemplo, las feministas de los setenta, herederas de la disputa por el sufragismo, se hablaba de que las mujeres estaban oprimidas y explotadas y que las relaciones entre los hombres y estas, eran relaciones de poder sustentadas en la jerarquía... El cual lo bautizaron con el nombre de patriarcado.

La primera en usar el término, fue la feminista Kate Millet, para ella la sociedad patriarcal se rige en dos puntos:

  • Que los hombres deben dominar a las mujeres
  • Que los hombres viejos deben dominar a los más jóvenes.

Hoy en día las mujeres nos hemos incorporado en gran numero en el ambiente laboral hechos que han producidos cambios tanto en los roles y las jerarquías de genero, descolocando a los machos patriarcales.
Pero no por esto cambios creemos que hemos alcanzado la emancipación e equivalencia de género ya que aun siguen existiendo abusos salariales, violaciones, femicidio, abusos raciales, trata de blancas, y así un sin numero de
violación a la integridad de la mujer.
La revolución de la mujer, no es necesaria, es imprescindible, y toma mayor importancia dentro de nuestros movimientos.







Y aunque la conquista debe empezar de nosotras, tiene que continuar con la lucha de los propios hombres de nuestros compañeros, muchas veces víctimas también de su propio patriarcado.