jueves, 21 de mayo de 2009

Videla Y Su "Ley Maldita"


En 1946, el radical Gabriel González Videla había ganado las elecciones con el apoyo de los comunistas. Pero, en 1948, le dio la espalda a ese conglomerado de izquierda al proclamar la Ley de Defensa de la Democracia, también conocida como "Ley Maldita". Eso le permitió cancelar la inscripción del Partido Comunista de Chile y borrar del Registro Electoral a todos sus militantes.

Eduardo Cruz-Coke, el padre de Marta, fue el único senador de derecha que votó en contra de esa ley. Ella, aunque tampoco era comunista, se sintió -como hasta el día de hoy- orgullosa de la decisión de su padre. "Una semana o quince días antes de la elección, las mujeres radicales y las socialcristianas fuimos a enrostrar a González Videla, a decirle que él iba a ser el culpable de la derrota de Alfonso en favor de Ibáñez".

A causa de esa ley maldita, la abogada Graciela Álvarez, militante comunista y luchadora por la obtención del voto pleno para la mujer, no pudo sufragar en 1952, pero su historia refleja el periplo que hicieron muchas mujeres durante los años anteriores. A partir de 1943, ella se integró al Movimiento Femenino por la Unidad de la Mujer Chilena. También adhirió al Memch, que fundó Elena Caffarena y que integraban Olga Poblete, Julieta Campusano y María Marchant, entre otras. Uno de los tantos méritos que tenía el Memch (agrupación que existe hasta el día de hoy) fue que en sus filas había gente de diferentes sectores sociales. Todas ellas lucharon para que las féminas pudieran elegir mandatarios, entre otros derechos.

"El primer proyecto de ley (sobre el voto femenino pleno) fue redactado por Elena Caffarena y se le entregó a Pedro Aguirre Cerda, pero por una serie de estrategias de la izquierda y la derecha no se firmó la ley, porque pensaron que las mujeres iban a decidir el destino político de ellos".

El 8 de enero de 1949, González Videla proclamó en el Teatro Municipal la ley que otorgaba el derecho pleno a las mujeres. Lo hizo en un acto al que no fue invitada Elena Caffarena. Posteriormente, para que la historia no dejase a González Videla como un héroe en esta lucha, ella se preocupó de aclarar que el ex presidente sólo hizo lo que le correspondía como mandatario, después de la aprobación de la ley en la Cámara. Porque que el triunfo democrático que significó el voto femenino tenía una historia con líderes que llevaban faldas.

El derecho a voto pleno recién se ejerció en 1952, siete años después de que Chile tuviese a su primera premio Nobel, Gabriela Mistral. Una mujer.

"En 1952, cuando se concretó la ley del derecho femenino al voto político, claro, votaron las mujeres, pero no las de izquierda, que habíamos luchado por la ley", recuerda Graciela Álvarez. Tampoco pudo votar la insigne Elena Caffarena, quien erróneamente había sido tildada de comunista, pese a que ella nunca militó en esas filas.

Álvarez sólo pudo sufragar después del 58, cuando Ibáñez cumplió uno de los compromisos de su campaña y derogó la "Ley Maldita". Siempre apoyó la lista de izquierda, o sea, a Salvador Allende. "Votar fue un acto de dicha. Nosotras habíamos sido las verdaderas luchadoras, las mujeres del pueblo, con conciencia política, las que, por fin, después de muchos años, logramos que se terminara con la desigualdad ante la ley", dice la abogada.

Ninguna de nuestras históricas entrevistadas ha dejado de creer en el ejercicio del sufragio. Y todas lamentan los años de la dictadura de Pinochet, quien les quitó ese derecho. Ellas siempre, pase lo que pase, van a votar. No importa si gana o pierde "su" presidente. "Cuando marco mi cruz, siento que estoy participando en la vida de mi país", dice Marta Cruz-Coke. Lo mismo piensa Bélgica Castro cada vez que sufraga por la izquierda o por la Concertación, porque su objetivo siempre es que la derecha no llegue al poder.

Carmen Barros, que formó parte de la izquierda cristiana durante la UP, opina: "Para mí, votar es un paso de orden cívico ineludible. Creo que es muy importante y no estoy de acuerdo con la gente que no lo hace porque no cree en ningún candidato. Hay que votar, aunque sea negativamente".

Mónica Echeverría remata diciendo que "un gran logro de este siglo fue cuando una mujer (Bachelet) llegó a la presidencia" de Chile, pero aclara que la lucha feminista local aún tiene varias peleas que dar, porque hay demasiados vacíos legales que perjudican al género femenino. "Todavía faltan muchos pasos, entre otros, convencer al hombre de que van a ser más felices como pareja si tienen a mujeres satisfechas, en todo sentido. No sólo en el sexual".




FUENTE REVISTA MUJER*

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